VERDADES SOBRE LA SANIDAD DIVINA
Si queremos hacer la voluntad de Dios debemos estar sanos. Es muy
difícil orar cuando tenemos fiebre, es muy difícil leer la Biblia cuando nos
duele la cabeza, es muy difícil trabajar cuando tenemos gripe.
La tradición ha robado a muchas personas la sanidad que Dios nos
promete en Su Palabra. La teología del Cesacionismo (s. XVI) y la teología del
Dispensacionalismo (s. XIX) han influido de una forma negativa en las creencias
actuales con respecto a la sanidad.
Sin embargo, la Biblia nos muestra que la sanidad nos pertenece, la
sanidad es el pan de los hijos, Dios quiere que vivamos en sanidad.
En 3ª. de Juan versículo 2 el
Espíritu Santo a través del apóstol Juan nos dice: “Deseo que tengas salud”. El
deseo de Dios es que tengamos salud.
La tradición ha producido incredulidad y la incredulidad ha producido
una falta de fe en lo sobrenatural.
Debemos recordar que la incredulidad es la levadura del diablo y si esa
levadura se introduce en nuestras vidas impedirá que Dios obre de una forma
poderosa y milagrosa.
En Marcos 6:5 leemos
que Jesús NO PUDO hacer ningún milagro en Nazaret. No dice que NO QUISO, por supuesto que El
quería hacer milagros, pero NO PUDO por la incredulidad de la gente.
“Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos
enfermos, poniendo sobre ellos las manos.” Marcos 6:5
No debemos vivir según la tradición, debemos vivir según la Palabra de
Dios y la Palabra de Dios es la que produce en nuestras vidas: Salvación,
sanidad, liberación, restauración, edificación, limpieza.
En este estudio veremos tres diferentes pasajes y algunas enseñanzas
que podemos aprender acerca de la sanidad.
Hay un requisito indispensable para recibir sanidad y es que estemos
enfermos, si no estamos enfermos no podremos recibir sanidad.
PRIMER PASAJE: JUAN 4:46-54: “Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había
convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey,
cuyo hijo
estaba enfermo. , cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea,
vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de
morir. Entonces Jesús le dijo: Si no viereis
señales y prodigios, no creeréis. El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera.
Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea”.
El primer milagro registrado en el Nuevo Testamento es el del hijo del
oficial del rey.
1. Debemos ir al encuentro
de Jesús.
“Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea,
vino a él.” v. 47a
Cuando la enfermedad viene a nuestras vidas, debemos acudir a nuestro Médico
de familia, Jesucristo. Dios no sólo está interesado en nuestro espíritu,
también está interesado en nuestro cuerpo.
2. Debemos pedir a Jesús
con fe.
“. . . y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a
punto de morir.” V. 47b
Si pedimos con fe sabemos que vamos a recibir nuestra sanidad.
“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es
semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de
una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que
recibirá cosa alguna del Señor.” Santiago 1:6 y 7
No podemos pensar que vamos a recibir sanidad si no pedimos con fe. No
podemos pensar que vamos a recibir sabiduría si no pedimos con fe. No podemos
pensar que vamos a recibir bendición si no pedimos con fe. “No piense,
pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.”
Alguien ha dicho que “Dios ha reservado todo para la Fe, no ha dejado
nada para la incredulidad.”
“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo
recibiréis.” Mateo 21:22
En Marcos 9:14-22
encontramos a un hombre que trae a su hijo endemoniado a Jesús y este hombre le
dice:
“. . . pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros,
y ayúdanos.” v. 22b
El hombre quiere poner toda la responsabilidad de la sanidad de su hijo
en Jesús, pero Jesús le contesta:
“Si puedes creer, al que cree todo le es posible.” V. 23
Jesús pone la responsabilidad de la sanidad de su hijo en el hombre. Debemos
pedir con fe, debemos pedir creyendo.
3. La Palabra de Dios es
suficiente garantía para ser sanados.
“Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la
palabra que Jesús le dijo, y se fue.” V. 50
La Biblia declara que la Palabra de Dios es nuestra medicina, nos trae
sanidad y nos trae vida. En medio de nuestra enfermedad debemos tomar
nuestra medicina, debemos acudir a la Palabra de Dios y permitir que ésta
penetre hasta lo más profundo de nuestro corazón.
“Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.” Salmo 107:20
“Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis
razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque
son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.” Proverbios 4:20-22
“. . . y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos
los enfermos.” Mateo 8:16b
“. . . las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” Juan 6:63
4. Debemos tener
desesperación y determinación.
“. . . y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a
punto de morir . . . Señor, desciende antes que mi hijo muera.” V. 47b y
49
El enfermo debe tener un deseo genuino de ser sanado, ese deseo le va a
llevar a tener la determinación de pedir, buscar y llamar hasta que sea sanado,
no sirve de nada pedir por la sanidad de una persona a la que le gusta estar
enfermo.
En Lucas 18:41 Jesús
le dice a un ciego: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego quería recibir la
vista y eso fue lo que pidió. El ciego sabía lo que quería y tuvo determinación
en su búsqueda.
La idea que nos quiere transmitir Mateo
7:7 es la siguiente:
Ø
Pedid y
seguid pidiendo
Ø
Buscad y
seguid buscando
Ø
Llamad y
seguid llamando
En las Escrituras encontramos muchos ejemplos de personas que tuvieron
desesperación y determinación a la hora de pedir, estas personas dejaron de
pedir cuando su oración fue contestada por Dios.
En Marcos 5:25-34
leemos acerca de una mujer que había padecido de flujo de sangre durante 12
años. A pesar de la multitud que había alrededor de Jesús esta mujer se abrió
paso para llegar a Él. Esta es la determinación que debemos tener nosotros,
debemos abrirnos paso para llegar a Jesús.
Apártate diablo, apártate duda, apártate temor, apártate tradición,
apártate incredulidad, porque tengo la determinación de ir a Jesús y tocar su
manto y Él me sanará porque Él me ama y tiene misericordia de mí. Amén
5. La sanidad no siempre
es instantánea.
“Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle,
y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les
preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor.” V. 51 y 52ª
En este caso la sanidad es progresiva. En Lucas 17:11-19 los leprosos son sanados mientras iban de
camino.
En el segundo pasaje que veremos en este estudio la sanidad es
instantánea.
“. . . sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” Marcos 16:18b
Este versículo no especifica cuando se produciría la sanidad, pero si
nos muestra que los enfermos serán sanados. Aleluya. Por tanto, vemos que Dios
nos puede sanar instantáneamente o de una forma progresiva.
6. La sanidad de su hijo
hizo que toda su familia creyera en Jesucristo.
“El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le
había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa.” V. 53
Todos los milagros son llevados a cabo por Dios para que El sea
glorificado, también Dios nos sana para que le podamos servir mejor (Mt. 8:14 y 15).
SEGUNDO PASAJE: LUCAS 5:12-15:
“Sucedió que estando él en una
de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús,
se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes
limpiarme.
Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio.
Y al instante la lepra se fue de él. Y él le mandó que
no lo dijese a nadie; sino ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó
Moisés, para testimonio a ellos. Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio.
Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades”.
La lepra era conocida como “la muerte en vida”. El leproso era
desterrado de su ciudad, vivía en las afueras. Si un leproso entraba en algún
lugar ese lugar era declarado inmundo. Muchas veces la gente tiraba piedras a
los leprosos para mantenerlos a distancia. No se podía saludar ni hablar a un
leproso.
1. Debemos acercarnos a
Jesús en adoración. Este hombre sólo podía dar una
cosa a Jesús, su adoración.
“Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un
hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con
el rostro en tierra . . .” v. 12
En nuestra enfermedad debemos venir a Jesús y postrarnos ante El
reconociendo que El es nuestro Dios, nuestro Señor, nuestro Salvador, nuestro
Sanador.
2. Debemos pedir a Jesús.
“. . . y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes
limpiarme.” V. 12
3. Debemos reconocer a
Jesucristo como Señor.
“Señor, si quieres, puedes limpiarme.” V. 12
Esta es la primera vez en la que este título se aplica a Jesús.
Jesús enseñó que la sanidad es el pan de los hijos, si Jesucristo es
nuestro Señor somos hijos de Dios y podemos pedirle nuestro pan de cada día,
nuestra sanidad diaria.
4. El leproso sabía que
Jesús tenía poder para limpiarle, pero no sabía si quería limpiarle.
“. . . si quieres, puedes limpiarme.” V. 12
Reconoció a Jesús como Señor, pero ignoraba su voluntad.
Muchos cristianos ignoran la voluntad de Dios en cuanto a la sanidad.
Si oramos por nuestro futuro podemos decir: “Si es tu voluntad. (así lo enseña Stg. 4:15) . . .” PERO si oramos
por cosas que Dios nos ha prometido en su Palabra, decir: “Si es tu voluntad”
es una muestra de nuestra
ignorancia o de nuestra incredulidad.
Dios quiere que tengamos salud, Dios quiere que estemos bien porque
Dios nos ama.
5. Jesús responde a la
pregunta del leproso estableciendo una vez por todas que su voluntad es sanar a
los enfermos.
“Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo:
Quiero; sé limpio.” V. 13a
Cuando nos acercamos a Jesús, El nos sigue diciendo: SI QUIERO . . .
v
SI QUIERO
SALVARTE
v
SI QUIERO
SANARTE
v
SI QUIERO
LIBERARTE
v
SI QUIERO
RESTAURARTE
v
SI QUIERO
PERDONARTE
v
SI QUIERO
LIMPIARTE
v
SI QUIERO
BENDECIRTE
v
SI QUIERO
LEVANTARTE
Debemos recordar que Jesús es el mismo ayer y hoy y por los siglos (Heb. 13:8).
Jesús es nuestro Salvador, nuestro Sanador, nuestro Libertador, nuestro
Proveedor.
6. En este caso la sanidad
fue instantánea.
“Y al instante la lepra se fue de él.” V. 13b
TERCER PASAJE: LUCAS 7:1-10: “Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo
que le oía, entró en Capernaum. Y el siervo de un centurión, a quien éste
quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el centurión oyó
hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y
sanase a su siervo. Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud,
diciéndole: Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra
nación, y nos edificó una sinagoga.
Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti;
pero di la palabra, y mi siervo
será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo
soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y
a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oír esto, Jesús se maravilló de él,
y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo
que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y al regresar a casa los
que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo”.Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti;
1. Este centurión tenía fe
en el Dios de Israel.
“Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación, y
nos edificó una sinagoga.” V. 4b y 5. Hizo que edificasen una sinagoga, las obras no salvan, pero muestran la
actitud de la gente hacia Dios.
2. La sanidad no se recibe
por la posición que tenemos ni por las obras que hacemos.
“Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres
bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di
la palabra, y mi siervo será sano.” V. 6 y 7
La sanidad es un don gratuito que se recibe a través de lo que Cristo
hizo por nosotros.
Este hombre no se sentía digno de ir a Jesús y por eso manda a unos
ancianos de los judíos. Como el centurión sospechaba que iban a intentar
convencer a Jesús hablando bien de él, este centurión envió a unos amigos para
que le dijeran a Jesús que sólo la Palabra bastaría para sanar a su siervo.
Los ancianos dijeron: “es digno de que le concedas esto”, sin embargo
lo que el centurión dijo fue una cosa totalmente diferente: “no soy digno . . .
ni aún me tuve por digno de venir a ti”.
La sanidad no es una recompensa que Dios nos da por nuestras buenas
obras, es un regalo de Dios que nos da en su amor y en su misericordia.
3. Jesús se maravilló de
este centurión porque tenía fe.
“Al oír esto, Jesús se maravilló de él.” v. 9a
La fe agrada a Dios, Jesús se sorprende por la fe del centurión. Muchas
veces Jesús se sorprende de nuestra incredulidad, pero debemos sorprender a
Jesús demostrando nuestra fe en El. Confiemos en El y en Su Palabra como nunca
antes. AMÉN
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