viernes, 3 de enero de 2014

Verdades sobre la sanidad divina


VERDADES  SOBRE  LA  SANIDAD  DIVINA

Si queremos hacer la voluntad de Dios debemos estar sanos. Es muy difícil orar cuando tenemos fiebre, es muy difícil leer la Biblia cuando nos duele la cabeza, es muy difícil trabajar cuando tenemos gripe.
La tradición ha robado a muchas personas la sanidad que Dios nos promete en Su Palabra. La teología del Cesacionismo (s. XVI) y la teología del Dispensacionalismo (s. XIX) han influido de una forma negativa en las creencias actuales con respecto a la sanidad.

Sin embargo, la Biblia nos muestra que la sanidad nos pertenece, la sanidad es el pan de los hijos, Dios quiere que vivamos en sanidad.
En 3ª. de Juan versículo 2 el Espíritu Santo a través del apóstol Juan nos dice: “Deseo que tengas salud”. El deseo de Dios es que tengamos salud.
La tradición ha producido incredulidad y la incredulidad ha producido una falta de fe en lo sobrenatural.
Debemos recordar que la incredulidad es la levadura del diablo y si esa levadura se introduce en nuestras vidas impedirá que Dios obre de una forma poderosa y milagrosa.

En Marcos 6:5 leemos que Jesús NO PUDO hacer ningún milagro en Nazaret.  No dice que NO QUISO, por supuesto que El quería hacer milagros, pero NO PUDO por la incredulidad de la gente.
“Y no pudo hacer allí ningún milagro,  salvo que sanó a unos pocos enfermos,  poniendo sobre ellos las manos.” Marcos 6:5

No debemos vivir según la tradición, debemos vivir según la Palabra de Dios y la Palabra de Dios es la que produce en nuestras vidas: Salvación, sanidad, liberación, restauración, edificación, limpieza.
En este estudio veremos tres diferentes pasajes y algunas enseñanzas que podemos aprender acerca de la sanidad.
Hay un requisito indispensable para recibir sanidad y es que estemos enfermos, si no estamos enfermos no podremos recibir sanidad.

PRIMER PASAJE: JUAN 4:46-54: Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, 
cuyo hijo estaba enfermo.  , cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir.  Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. 
El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera.
Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea”.

El primer milagro registrado en el Nuevo Testamento es el del hijo del oficial del rey.

1. Debemos ir al encuentro de Jesús.
“Este,  cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea,  vino a él.” v. 47a
Cuando la enfermedad viene a nuestras vidas, debemos acudir a nuestro Médico de familia, Jesucristo. Dios no sólo está interesado en nuestro espíritu, también está interesado en nuestro cuerpo.

2. Debemos pedir a Jesús con fe.
“. . . y le rogó que descendiese y sanase a su hijo,  que estaba a punto de morir.” V. 47b
Si pedimos con fe sabemos que vamos a recibir nuestra sanidad.
“Pero pida con fe,  no dudando nada;  porque el que duda es semejante a la onda del mar,  que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense,  pues,  quien tal haga,  que recibirá cosa alguna del Señor.” Santiago 1:6 y 7
No podemos pensar que vamos a recibir sanidad si no pedimos con fe. No podemos pensar que vamos a recibir sabiduría si no pedimos con fe. No podemos pensar que vamos a recibir bendición si no pedimos con fe.  “No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.”
Alguien ha dicho que “Dios ha reservado todo para la Fe, no ha dejado nada para la incredulidad.”
“Y todo lo que pidiereis en oración,  creyendo,  lo recibiréis.” Mateo 21:22
En Marcos 9:14-22 encontramos a un hombre que trae a su hijo endemoniado a Jesús y este hombre le dice:
“. . . pero si puedes hacer algo,  ten misericordia de nosotros,  y ayúdanos.” v. 22b
El hombre quiere poner toda la responsabilidad de la sanidad de su hijo en Jesús, pero Jesús le contesta:
“Si puedes creer,  al que cree todo le es posible.” V. 23
Jesús pone la responsabilidad de la sanidad de su hijo en el hombre. Debemos pedir con fe, debemos pedir creyendo.

3. La Palabra de Dios es suficiente garantía para ser sanados.
“Jesús le dijo: Ve,  tu hijo vive.  Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo,  y se fue.” V. 50
La Biblia declara que la Palabra de Dios es nuestra medicina, nos trae sanidad y nos trae vida. En medio de  nuestra enfermedad debemos tomar nuestra medicina, debemos acudir a la Palabra de Dios y permitir que ésta penetre hasta lo más profundo de  nuestro corazón.
“Envió su palabra,  y los sanó, Y los libró de su ruina.” Salmo 107:20
“Hijo mío,  está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.” Proverbios 4:20-22
“. . . y con la palabra echó fuera a los demonios,  y sanó a todos los enfermos.” Mateo 8:16b
“. . . las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” Juan 6:63

4. Debemos tener desesperación y determinación.
“. . . y le rogó que descendiese y sanase a su hijo,  que estaba a punto de morir . . . Señor,  desciende antes que mi hijo muera.” V. 47b y 49
El enfermo debe tener un deseo genuino de ser sanado, ese deseo le va a llevar a tener la determinación de pedir, buscar y llamar hasta que sea sanado, no sirve de nada pedir por la sanidad de una persona a la que le gusta estar enfermo.
En Lucas 18:41 Jesús le dice a un ciego: “¿Qué quieres que te haga?” El ciego quería recibir la vista y eso fue lo que pidió. El ciego sabía lo que quería y tuvo determinación en su búsqueda.
La idea que nos quiere transmitir Mateo 7:7 es la siguiente:
Ø  Pedid y seguid pidiendo
Ø  Buscad y seguid buscando
Ø  Llamad y seguid llamando
En las Escrituras encontramos muchos ejemplos de personas que tuvieron desesperación y determinación a la hora de pedir, estas personas dejaron de pedir cuando su oración fue contestada por Dios.
En Marcos 5:25-34 leemos acerca de una mujer que había padecido de flujo de sangre durante 12 años. A pesar de la multitud que había alrededor de Jesús esta mujer se abrió paso para llegar a Él. Esta es la determinación que debemos tener nosotros, debemos abrirnos paso para llegar a Jesús.
Apártate diablo, apártate duda, apártate temor, apártate tradición, apártate incredulidad, porque tengo la determinación de ir a Jesús y tocar su manto y Él me sanará porque Él me ama y tiene misericordia de mí. Amén

5. La sanidad no siempre es instantánea.
“Cuando ya él descendía,  sus siervos salieron a recibirle,  y le dieron nuevas,  diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor.” V. 51 y 52ª
En este caso la sanidad es progresiva. En Lucas 17:11-19 los leprosos son sanados mientras iban de camino.
En el segundo pasaje que veremos en este estudio la sanidad es instantánea.
“. . . sobre los enfermos pondrán sus manos,  y sanarán.” Marcos 16:18b
Este versículo no especifica cuando se produciría la sanidad, pero si nos muestra que los enfermos serán sanados. Aleluya. Por tanto, vemos que Dios nos puede sanar instantáneamente o de una forma progresiva.

6. La sanidad de su hijo hizo que toda su familia creyera en Jesucristo.
“El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive;  y creyó él con toda su casa.” V. 53
Todos los milagros son llevados a cabo por Dios para que El sea glorificado, también Dios nos sana para que le podamos servir mejor (Mt. 8:14 y 15).

SEGUNDO PASAJE: LUCAS 5:12-15: Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio.
Y al instante la lepra se fue de él. Y él le mandó que no lo dijese a nadie; sino ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó Moisés, para testimonio a ellos. 
Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades”.
 
La lepra era conocida como “la muerte en vida”. El leproso era desterrado de su ciudad, vivía en las afueras. Si un leproso entraba en algún lugar ese lugar era declarado inmundo. Muchas veces la gente tiraba piedras a los leprosos para mantenerlos a distancia. No se podía saludar ni hablar a un leproso.

1. Debemos acercarnos a Jesús en adoración. Este hombre sólo podía dar una cosa a Jesús, su adoración.
“Sucedió que estando él en una de las ciudades,  se presentó un hombre lleno de lepra,  el cual,  viendo a Jesús,  se postró con el rostro en tierra . . .” v. 12
En nuestra enfermedad debemos venir a Jesús y postrarnos ante El reconociendo que El es nuestro Dios, nuestro Señor, nuestro Salvador, nuestro Sanador.

2. Debemos pedir a Jesús.
“. . . y le rogó,  diciendo: Señor,  si quieres,  puedes limpiarme.” V. 12

3. Debemos reconocer a Jesucristo como Señor.
“Señor,  si quieres,  puedes limpiarme.” V. 12
Esta es la primera vez en la que este título se aplica a Jesús.
Jesús enseñó que la sanidad es el pan de los hijos, si Jesucristo es nuestro Señor somos hijos de Dios y podemos pedirle nuestro pan de cada día, nuestra sanidad diaria.

4. El leproso sabía que Jesús tenía poder para limpiarle, pero no sabía si quería limpiarle.
“. . . si quieres,  puedes limpiarme.” V. 12
Reconoció a Jesús como Señor, pero ignoraba su voluntad.
Muchos cristianos ignoran la voluntad de Dios en cuanto a la sanidad. Si oramos por nuestro futuro podemos decir: “Si es tu voluntad. (así lo enseña Stg. 4:15) . . .” PERO si oramos por cosas que Dios nos ha prometido en su Palabra, decir: “Si es tu voluntad” es una muestra de nuestra ignorancia o de nuestra incredulidad.
Dios quiere que tengamos salud, Dios quiere que estemos bien porque Dios nos ama.

5. Jesús responde a la pregunta del leproso estableciendo una vez por todas que su voluntad es sanar a los enfermos.
“Entonces,  extendiendo él la mano,  le tocó,  diciendo: Quiero;  sé limpio.” V. 13a
Cuando nos acercamos a Jesús, El nos sigue diciendo: SI QUIERO . . .
v  SI QUIERO SALVARTE
v  SI QUIERO SANARTE
v  SI QUIERO LIBERARTE
v  SI QUIERO RESTAURARTE
v  SI QUIERO PERDONARTE
v  SI QUIERO LIMPIARTE
v  SI QUIERO BENDECIRTE
v  SI QUIERO LEVANTARTE
Debemos recordar que Jesús es el mismo ayer y hoy y por los siglos (Heb. 13:8).
Jesús es nuestro Salvador, nuestro Sanador, nuestro Libertador, nuestro Proveedor.

6. En este caso la sanidad fue instantánea.
“Y al instante la lepra se fue de él.” V. 13b

TERCER PASAJE: LUCAS 7:1-10: Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto;  porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga.
Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo;   por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti;
pero di la palabra, y mi siervo será sano.  Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.  Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo”.

1. Este centurión tenía fe en el Dios de Israel.
“Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación,  y nos edificó una sinagoga.” V. 4b y 5. Hizo que edificasen una sinagoga, las obras no salvan, pero muestran la actitud de la gente hacia Dios.

2. La sanidad no se recibe por la posición que tenemos ni por las obras que hacemos.
“Señor,  no te molestes,  pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti;  pero di la palabra,  y mi siervo será sano.” V. 6 y 7
La sanidad es un don gratuito que se recibe a través de lo que Cristo hizo por nosotros.
Este hombre no se sentía digno de ir a Jesús y por eso manda a unos ancianos de los judíos. Como el centurión sospechaba que iban a intentar convencer a Jesús hablando bien de él, este centurión envió a unos amigos para que le dijeran a Jesús que sólo la Palabra bastaría para sanar a su siervo.
Los ancianos dijeron: “es digno de que le concedas esto”, sin embargo lo que el centurión dijo fue una cosa totalmente diferente: “no soy digno . . . ni aún me tuve por digno de venir a ti”.
La sanidad no es una recompensa que Dios nos da por nuestras buenas obras, es un regalo de Dios que nos da en su amor y en su misericordia.

3. Jesús se maravilló de este centurión porque tenía fe.
“Al oír esto,  Jesús se maravilló de él.” v. 9a
La fe agrada a Dios, Jesús se sorprende por la fe del centurión. Muchas veces Jesús se sorprende de nuestra incredulidad, pero debemos sorprender a Jesús demostrando nuestra fe en El. Confiemos en El y en Su Palabra como nunca antes.  AMÉN


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