miércoles, 27 de noviembre de 2013

Diez asesinos comunes de la oración


Diez asesinos comunes de la oración



v  1. PECADOS NO CONFESADOS: Este es quizás el más común de los asesinos de la oración. El no habría escuchado si yo no hubiera confesado mis pecados (Salmo 66: 18). Dios es perfecto y no puede tolerar el pecado en nosotros. Como resultado, le resta poder a nuestras oraciones. La buena noticia es que Dios nos perdona cuando confesamos el pecado y este desaparece. Porque perdonare la maldad de ellos, y no me acordare más de su pecado (Jer. 31:34). Dios perdona y en ese momento se restaura nuestra relación y nuestra oración vuelven a cobrar poder. La oración evita que pequemos. El pecado evita que oremos.

v  2. FALTA DE FE: Tiene un impacto increíblemente negativo en la vida de los cristianos. Sin fe la oración carece de poder. Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor (Santiago 1:6-7). La falta de fe hace a las personas inestables o de doble animo y las incapacitas para escuchar a Dios o recibir sus dones.


v  3. DESOBEDIENCIA: Significa no someterse o sujetarse a los principios divinos, al des-obedecer demostramos la falta de confianza y dependencia en Dios, por tanto las oraciones hechas bajo esas circunstancias son ineficaces. La obediencia es una condición para disfrutar de los benéficos del Padre. Esa es la condición que debemos cumplir para poder acercarnos a Él en oración. Si vamos a desarrollar una creciente relación con Dios y llegar a ser personas fuertes en la oración, debemos obedecer. La obediencia es el resultado natural de la fe en Dios. Quien ama y confía en Dios... Le obedece. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho... Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. (Juan 15:7,10).

v  4. FALTA DE TRANSPARENCIA CON DIOS Y CON OTROS: La transparencia es difícil para muchas personas. Pero la franqueza con otros puede tener un profundo efecto en nuestras vidas. La transparencia con Dios al orar le coloca en la agenda de Él en lugar de la suya, y también le da la libertad a otros creyentes para que oren por usted estratégica y específicamente. Existe la gran necesidad de reconocer cuando fallamos y confesarlo pidiendo perdón en humildad. Cuando confesamos nuestros pecados unos a otros lo cual requiere de nosotros una absoluta transparencia, Dios puede sanarnos, limpiarnos y experimentamos una restauración espiritual, física y emocional. Además nuestra transparencia ayuda a otros, porque les muestra que no están solos en sus dificultades. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por los otros, para que seáis sanados (Santiago 5:16).

v  5. FALTA DE PERDÓN: El perdón no es un asunto trivial como la ciencia, el deporte, la riqueza o la fama. Ni tampoco una alternativa de palabras. Se trata de una actitud del corazón y de que el Espíritu Santo nos dé el poder para perdonar. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas (Marcos 6:14-15). Cuando una persona se niega a perdonar a otra, se daña a sí misma, porque su falta de perdón producirá en ella raíces de amargura y con amargura no se puede entrar en oración y salir con bendición.

v  6. MOTIVOS FALSOS: cuando nuestros motivos no son buenos, nuestras oraciones carecen de poder. Por ende es imprescindible cuando hacemos algo, especialmente los grandes proyectos, examinar porque lo estamos haciendo. Ese proceso expone nuestros motivos. Santiago 4:3, dice: pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Al orar podemos examinar si estamos actuando con orgullo, temor, autosuficiencia, egoísmo, conveniencia, etc., Dios nos lo mostrara siempre que deseemos escuchar. Y si lo deseamos, Él cambiara nuestros motivos.

v  7. LA IDOLATRÍA: Un ídolo puede ser cualquier cosa que se interponga entre Dios y nosotros; por tanto, idolatría no es, solo adorar una imagen, sino más bien, poner cualquier cosa primero que a Dios. Los ídolos vienen de muchas formas como el dinero, la fama, una carrera, los hijos, el placer, etc., pues este es un asunto del corazón. Según Ezequiel 14:3; Dios no permite que un adorador de ídolos, ni siquiera le hable. ¿Acaso he de ser yo en modo alguno consultado por ellos?

v  8. INDIFERENCIA HACIA OTROS: Esta es una actitud incorrecta, y es abominada por Dios, pues El se interesa por todos los hombres, sin importar su raza, clase, credo o nación. El Salmo 33:13 dice: Desde los cielos miró el Señor; vio a todos los hijos de los hombres. Las Escrituras están llenas de versículos que respaldan el anhelo de Dios para que haya unidad entre los creyentes, los hermanos cristianos, los cónyuges, los laicos y los pastores, etc. Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado (Juan 13:34). A través de la oración aprendemos a amar a los otros. Es imposible que una persona odie y critique a alguien por quien está orando. La oración genera compasión, no competencia.

v  9. INDIFERENCIA HACIA LA SOBERANÍA DE DIOS: Dios es omnipotente, omnisciente y omnipresente; es decir, que todo lo puede, todo lo sabe y está en toda parte a la vez; por lo tanto es Soberano... (Salmo 139:1-18) ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? ( v.7) Cuando Jesús mostró a sus discípulos como orar, lo primero que hizo fue enseñarles a honrar a Dios por lo que es: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Marcos 6:9-10). Cada vez que no prestamos atención al orden divino de las cosas, nos apartamos de los límites e impedimos nuestra relación con nuestro Padre celestial.


v  10. VOLUNTAD REBELDE: La persona cuya voluntad está rendida a Dios mantiene una relación con Él cómo la que se describe en la parábola de la Vid y los Pámpanos: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho... (Juan 15,7).



Deléitate en el Señor


Deléitate en Yahveh

Para nuestras limitadas mentes es complicado entender que cuando decidimos deleitarnos en el Señor, y olvidar toda inquietud de nuestras vidas, Él obra. Haciendo mucho más de lo que esperábamos. Pero es así cómo se vive el reino de Dios.

Cada vez que escogemos mirar el tamaño de nuestros problemas, olvidando el Poder y Soberanía de nuestro Dios, estamos desperdiciando el favor de aquél cuyo trono jamás se moverá. Pero al contrario, cada vez que confiamos en su benignidad y decidimos soltar aquel asunto que nos atormenta, al poco tiempo Él obra mostrándonos la pequeñez de aquello que para Él siempre fue insignificante.

Dios honra a los que le honran, y se goza exaltando a aquellos que en Él confían y reconocen su grandeza. Cada vez que reconocemos el Poder, Soberanía, y Majestad de nuestro Dios activamos favor del cielo descendiendo a nuestras vidas.

Cada vez que nos mantenemos firmes a pesar de las situaciones confiando en nuestro Dios, Él envía poder de lo alto para acomodar lo que estaba fuera de nuestro alcance, pero de nuevo, lo que activa esto es creer en el Poder Soberano de nuestro Dios. A nuestro Dios le agrada que confiemos en Él y le sorprendamos en la manera en que le presentamos nuestras peticiones, honrándole al reconocer su Poder.

La manera en que debemos de acércanos a nuestro Dios es con reverencia, amor y honrándole. Así cómo le hizo el centurión, él no se sentía digno de que Jesús fuera a su casa, además reconoció que todo cuanto es visible y no visible esta bajo su autoridad, rogándole que solo dijera una palabra para que su criado fuera sanado. Eso mi hermano, es reino de Dios en la tierra. Tanto así que a nuestro Dios no le quedó más que decir: Ni aún en Israel he hallado tanta fe. 


“Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.”
Mateo 8: 8-10

Te invito a que el día de hoy elijas deleitarte en el Señor y solamente le bendigas. Reconoce todo lo que Él ha hecho en tu vida, alábale por lo que Él es y por la historia que tienen juntos, y aquello que veías cómo un problema tomará su justo tamaño.

Reconoce su Dominio, Poder, Soberanía y Autoridad sobre todo, deléitate en todo lo que te permite vivir, y ciertamente Él concederá las peticiones de tu corazón.

“Deléitate asimismo en Yahveh, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.”
Salmos 37:4


Cuando el panorama no pinta bien


Cuando el Panorama no pinta bien

“De pronto se desató una tormenta. El viento soplaba tan fuerte que las olas se metían en la barca, y esta empezó a llenarse de agua. Entre tanto, Jesús se había quedado dormido en la parte de atrás de la barca, recostado sobre una almohada. Los discípulos lo despertaron y le gritaron: –Maestro, ¿no te importa que nos estemos hundiendo? Jesús se levantó y ordenó al viento y al mar que se calmaran. En seguida el viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo”. Marcos 4:37-39

La vida cristiana está llena de muchos sucesos, momentos lindos e incomparables, pero también experimentaremos momentos en donde el panorama no pintara tan bien como quisiéramos.
Quizá en estos últimos días has sido testigo como de pronto todo se puso oscuro, como las olas están azotando tu barca y como los vientos fuertes tratan de derribarte.

Y es que pareciera que Jesús duerme mientras nosotros estamos experimentando un panorama que realmente no pinta tan bien como quisiéramos. ¿Te ha pasado?, ¿Has experimentado esos momentos en donde las cosas no pintan tan bien y para sumarle a todo pareciera que Dios se ha olvidado de nosotros o pareciera que está dormido, mientras nos escapamos a hundir en la vida?
No somos los únicos que hemos experimentado esos momentos; aquellos doce hombres a quienes personalmente Jesús llamo para ser sus discípulos también experimentaron de esos momentos. Ese panorama oscuro que se presentaba delante de ellos cuando iban en la barca y el viento les era contrario y las aguas querían hundirlos, mientras Jesús simplemente dormía.

Y es que es fácil desesperarse cuando el panorama no pinta tan bien, quizá sea tu caso, estas a punto de desesperarte, no encuentras qué decisión tomar, piensas que te hundirás y morirás, que de esta no saldrás y para colmo pareciera que Dios duerme, porque por más que el panorama se pone peor, no hay ninguna señal de Él ni de que está pendiente de lo que te está pasando.

Quizá has agotado todos los recursos que tenias a tu alrededor para salir de esa situación y nada ha resultado. Te sientes indefenso contra todo lo que viene delante de ti, tus fuerzas de a poco se van terminando y hay una sensación dentro de ti terrible de que Dios se ha olvidado de tus cosas.

La verdad es que Dios en ningún momento se ha olvidado de ti o de tus cosas, y a pesar de que aparentemente duerme, El siempre llega en el momento justo, siempre estará allí cuando todo parece que se vendrá abajo, porque Él es el dueño de los tiempos, jamás dejara que te hundas.

Y es que el panorama puede ser el peor, pero Dios es experto para transformar lo negativo en positivo, El puede hacer que esa dura tormenta que está cayendo sobre tu vida, se calme, que aquellas olas que querían hundirte, sean aguas mansas y que los vientos dejen de soplar en tu contra.

Jesús ya lo hizo una vez, sus discípulos se maravillaron y todo aquel panorama negativo cambio en un momento a través de la autoridad de Jesús.
El puede hacer lo mismo en tu vida, de hecho quiere hacerlo, no dudes mas, no creas que llego tu fin o que todo ese panorama que estas experimentando te hundirá, al contrario, confía en que Jesús hará calmar todo, en que El llegara a tiempo y que todo se convertirá en un panorama lleno de paz que sobrepasara tu entendimiento.

Ese es el Estilo de Dios, ese que nos deja maravillados, puesto que cuando creemos que todo está mal, El convierte el panorama negativo en un panorama maravilloso, en donde solo nos quedara Glorificarlo y Exaltarlo por lo que ha hecho, esta haciendo y seguirá realizando. Así es mi Dios, así es tu Dios, experto para esos momentos en donde todo parece oscuro, alumbrando con su poder nuestra vida y nuestro camino.

El jamás te dejara, menos en los momentos más difíciles de tu vida y aunque aparentemente duerme, El sigue pendiente de ti y de tus cosas, no te dejara, porque lo ha prometido, te ayudara porque esa es su voluntad, por lo tanto TRANQUILO, TRANQUILA Dios actuara, no te hundirás, no morirás, El obrara en tu vida y transformara ese mal panorama en uno hermoso con el cual exaltaras y alabaras su Nombre.
No veas lo feo de ese panorama, mas allá de lo que tus ojos humanos ven, observa con tus ojos de fe que están confiados en que Dios actuara y que todo está a punto de cambiar, porque Dios nos maravillara.

¡Dios cambiara tu Panorama!


jueves, 21 de noviembre de 2013

Cuatro enemigos de los hijos de Dios


Cuatro enemigos de los hijos de Dios


Recuerdo que una mañana en cuanto abrí mis ojos, Dios me dijo, hay cuatro enemigos para todo hijo de Dios;
1.      la queja;
2.     la murmuración;
3.     la justificación; y
4.      la conmiseración.

Advierte a mis hijos sobre el significado que esto tiene delante de mi presencia, de inmediato corrí a mi escritorio a escribir lo que Él quería revelarme. Cuando empecé a preparar el estudio que debía de llevar a mi próxima reunión, yo mismo fui tan edificado, ya que pude ver con toda claridad que este comportamiento fue parte de lo que llevó al pueblo de Israel, a vagar y morir en el desierto y que de igual manera, hoy la Iglesia está perdiéndose de tantas bendiciones a raíz de los mismos enemigos de nuestra alma, y no solo eso, sino que a causa de esas áreas en sus vidas, viven en derrota.

A continuación voy a relatarte el significado, a la luz de la Biblia, de estas cuatro palabras: La Queja, La Murmuración, La Justificación y La Conmiseración.

1º.- La Queja
Significa; Obstinación, Quejarse permanentemente, Detenerse, Orar inaudiblemente, es decir, que las oraciones de una persona quejosa no se escuchan en el cielo, y hacen que se detenga en el camino. 
Cuando María y Aarón se quejaron de su hermano Moisés, Números 12, quien estaba escuchando lo que ellos hablaban en secreto fue el mismo Señor de los cielos, y a María, no solo le brotó lepra a causa de haber murmurado de su hermano, sino que el pueblo se detuvo por siete días, esperando su recuperación de la misma manera; cuando nosotros vivimos en nuestros hogares, quejándonos de todo y de nada, el ambiente entre la familia no puede ser de victoria, no puede ser de avance, sino más bien de estancamiento.

Numeros 11:1 dice: Aconteció que el pueblo se quejó a oídos del Señor; y lo oyó Dios, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Dios, y consumió uno de los extremos del campamento.

¿Sabes lo que puede causar en una vida el fuego de la ira de Dios? puede, Quemarla, secarla, destruirla, de tal manera que se vuelve árida, desierta, vidas que no tienen nada que dar, es decir estériles y lógicamente sin fruto.

¿Quien quiere estar cerca de una persona que continuamente están quejándose?
Ni siquiera DIOS, pues la queja hace que se cierren sus oídos.

Recuerdo a una mujer de la comunidad a la que yo asistía hace algunos años atrás, que continuamente estaba lamentándose de sus limitaciones económicas, siempre estaba contándole a todo el mundo que lo que su marido ganaba, era muy poco, y por lo tanto no alcanzaba a pagar el colegio de sus tres hijos, que no alcanzaba para hacer el supermercado, que ella no tenia zapatos, en fin, iba por ahí quejándose de su condición económica.

Durante diez años la escuché con la misma historia, y no era que la iglesia o los hermanos en Cristo no le ayudaran, el caso era que esta triste mujer siempre estaba inconforme con lo que tenía, pues en su corazón no se evidenciaba la gratitud para Dios.
Ana en su cántico en 1 Samuel 2:7 declara que Dios empobrece, y el enriquece, Abate, y enaltece, el mata y da vida.
Es urgente reconocer que nuestro problema no es con las personas o con las circunstancias, nuestro asunto es con Dios, jamás con los que nos rodean, el Salmos 75:6-7 dice: porque ni de oriente ni de occidente, Ni del desierto viene el enaltecimiento. Más Dios es el juez; A este humilla, y a aquel enaltece.

Entonces, ¿yo no puedo, ni debo quejarme?

Claro que sí, podemos hacerlo, pero el punto es adonde y con quién lo estamos haciendo, de que me sirve a mi hacerlo con mi esposo, o con una amiga, si ellos no pueden hacer nada por mi, probablemente me darán una palabra de aliento, pero jamás podrán darme la solución a mi problema.

Dios nos dio la autorización de que le clamáramos por ayuda, que presentáramos todas nuestras cargas, los afanes, con acción de ruego y súplica, es decir venir a su santuario con actitud de humildad, sin hipocresías.

El rey David, nos ha dejado una lista ejemplar de cómo eran sus oraciones y recordemos que eran oraciones inspiradas por el Espíritu de Dios, son estos ruegos los que nosotros podemos presentar también delante de nuestro Padre.

Por ejemplo el Salmos 142:1-2 dice: Con mi voz clamaré a Dios; Con mi voz pediré al Señor misericordia. Delante de Él expondré mi queja; Delante de Él manifestaré mi angustia.
Escucha, con cuanta libertad venía el rey David a expresar su dolor delante del Padre, él no temía expresar su queja, ni su angustia, recordemos que este hombre constantemente estaba a cuentas con Dios, pues lo conocía y sabia que el Señor era su Padre, su Ayudador, el rey sabia que podía venir confiadamente al trono de su gracia, donde no sería criticado ni juzgado, porque venía para derramar su corazón, delante de aquel que le dio la vida.

El Salmos 77:3, dice: Me acordaba de Dios, y me conmovía; Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Declárale tus inquietudes, tus inconformidades. Sin ningún temor, porque cuando conoces a tu Dios, a tu Señor Jesucristo no hablarás a sus espaldas, sino que sabrás que puedes entrar a su casa, sin permiso previo, sin temores y hablarle de frente.

Solo aquellos que le conocen, podrán experimentar el deleite de poder derramar su corazón, derramar sus lágrimas, sabiendo que su palabra dice en Mateo 5:4, Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.


El secreto para hacer cesar toda queja, es no ver lo que no tenemos, sino dar gracias a Dios por lo que si tenemos y cuando el Señor ve esa gratitud fluyendo de nuestro corazón, las bendiciones se derraman para darnos a cada uno según nuestras necesidades. Seamos sabios, hagamos cesar toda queja de nuestra boca y por lo tanto del corazón.

Se que hoy mismo encontrarás por lo menos diez razones para decir: Gracias Señor.

2º.- La Murmuración:
Significa: Difamador, Difamar, Desacreditar a alguien propagando cosas sobre su buena fama, poner una cosa en bajo concepto, es decir, que cuando el pueblo murmuraba contra Dios o Moisés, estaban desacreditando su poder.

Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder, pero tú, ¿Quién eres para que juzgues a otro? Santiago 4:11-12

La epístola me enseña que quien murmura de su hermano, de la ley murmura; preguntémonos, ¿quién hizo la ley? ¿Acaso no es nuestro Padre Celestial el que nos la ha dado? Por lo tanto, a quien juzgamos es a nuestro Dios, cuando murmuramos tomamos el papel de juez que solo le pertenece a Él.

Además cuando yo murmuro, soy un difamador, me convierto en una persona que denigra, es decir, desacredita la reputación de otro, propagando cosas sobre su buena o mala fama, un ejemplo de murmuración que siempre me ha impactado, es oír a madres juzgando a los hijos de otras, como si se les olvidara que sus hijos también pueden llegar a desviarse en cualquier momento de sus vidas. He visto con mucho dolor, a una que está “preocupada” por el comportamiento de un hijo ajeno, cuando lo que debería es preocuparse por los suyos, ya que muchas veces la última en enterarse de lo que hacen los niños o jóvenes en lo secreto es ella.

Pablo declara en Romanos 14:4, ¿tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.

Si meditamos en estas citas bíblicas con nuestro corazón, nos será mucho más fácil entender, que estamos en pecado delante de nuestro Señor Jesucristo, cada vez que abrimos nuestra boca para murmurar de nuestros hermanos, es decir, de sus siervos.

Pablo una vez más nos enseña en 1 Corintios 10:10-12: Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines del siglo.

Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. Recuerdas a Coré y sus seguidores, aquel que se había revelado contra Moisés y Aarón, murmurando en contra de ellos, instando al pueblo contra Moisés, haciéndoles creer que también ellos eran dignos de comunicarse con Dios directamente; esto subió a oídos del Dios de Moisés, y el Señor les dijo que presentaran 12 varas, una de cada tribu, y las dejaran en el lugar santísimo, diciendo en Números 17:5:  Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros. (Cesar: suspender o acabarse una cosa)

Números 16:32-35  dice: Y la tierra abrió su boca y se los tragó, a ellos y a sus casas y a todos los hombres de Coré con todos sus bienes. Ellos y todo lo que les pertenecía descendieron vivos al Seol; y la tierra los cubrió y perecieron de en medio de la asamblea. Y todos los israelitas que estaban alrededor de ellos huyeron a sus gritos, pues decían: ¡No sea que la tierra nos trague! Salió también fuego del SEÑOR y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.

Debemos de sincerarnos con nosotros mismos, y tener conciencia que cuando murmuramos, es porque la envidia nos carcome, y nos lleva al siguiente paso que es denigrar la fama del otro. Aquí leemos en Números 17:5, que Dios es el que hace florecer o secar nuestras varas, es de parte de El que viene el levantar o sentarnos, por más que se llene de amargura mi corazón, no podré mover el brazo de Dios a mi favor; si logramos reconocer estas verdades, encontraremos la paz y gratitud en nuestro corazón.

Eso no significa que no tendremos tristeza porque quizás en algún momento de nuestra vida estemos atravesando situaciones difíciles, y vemos las bendiciones en otras personas más que en nosotros, pero debemos de saber que ningún ser humano tiene la culpa de eso, el único con quien debemos de entendernos es con nuestro Señor y Salvador; yo diría, mi asunto es con Yahveh, y no con los hombres.

No debemos olvidar, que el Señor le ha dicho a su pueblo, que El condenará toda lengua que se levante en juicio contra sus hijos Isaías 54:17 , cuidemos nuestras palabras. No solo nosotros somos hijos de Dios, también nuestros hermanos y Él peleara por cada uno de los suyos.

Nuestro amado Maestro, el Señor Jesucristo dijo en Mateo 5:7, Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia.

Querido amigo, Cuidando tus labios de la murmuración, o sembrado misericordia para el día de la misericordia…! Tú decides!!!


3º.- La Justificación
En hebreo,  termino legal que significa absolver, declarar justo, demostrar ser justo o recto.

Conocemos por justificación ese acto glorioso en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, a través del cual obtuvimos perdón de pecados, justificándonos así delante de nuestro Padre Celestial. Pero qué tal si estamos utilizando esa palabra, justificación, para defendernos a nosotros mismos, es decir, justificándonos por nuestros propios medios, ante cualquier situación difícil que se nos está presentando. Pregunto: ¿estás defendiéndote ante alguna acusación injusta que te hayan hecho o que te estén haciendo…?

Job 9:20, dice: si yo me justificare, me condenaría mi boca; Si me dijere perfecto, esto me haría inicuo. A mí personalmente me ha sido difícil entender esto de parte de Dios, ya que cuando alguien ha venido para acusarme o señalarme algún defecto o área en mi vida, he estado listo para presentar defensa. Perdiéndome así la oportunidad de ser corregido o enseñado de parte de Dios.

Aunque no todas las personas que vienen a nuestra vida, para hacernos alguna corrección, tienen una buena intención, pero ese no es nuestro problema. Porque debemos de saber que todo, absolutamente todo, es permitido por nuestro Padre Celestial.

Por ejemplo, mi esposa, mis padres, mis hijos y mis nietos, por los cuales le doy tantas gracias a Dios, han sido instrumentos de parte del cielo, instrumentos que han venido muchas veces a declararme la verdad. Esa verdad que nosotros mismos no podemos ver; pues Jesús nos enseñó que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en nuestro propio ojo; pero yo alabo y bendigo a mi Rey por esas confrontaciones, aunque al principio de mi caminar en Cristo, me era muy, pero muy doloroso, se que ahora ha producido fruto.

Se necesita tener valentía para escuchar sugerencias, observaciones o aun acusaciones. Es de valientes poder callar y aprender, pero es de cobardes el cerrar los oídos a la verdad que otros nos declaran.

Proverbios 1:5 dice: oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo. No es posible, que cuando dos o tres o hasta cuatro miembros de la familia se quejan de ti, puedas seguir argumentando que los demás son el problema. Un día el Señor me mostró que no era solo mi esposa la que se quejaba de mi actitud, sino, mis hijos; ya confrontado por el Espíritu de Dios, pude tomar una decisión y empezar a clamar, no a orar, sino a clamarle a Jesucristo mi Señor y Salvador, confesándole mis temores e inseguridades, a confesarle todo aquello que me llevaba a levantar esos muros para defenderme y es así como día a día, a través de la presencia de Dios en mi vida, he ido comprendiendo que lo que hablo tiene que estar acorde con mi caminar como hijo de Dios y lo más importante para mi vida hoy, es saber que este es el método que el Señor ha usado para conducirme en el camino de la sabiduría, ya que es de sabios y valientes callar y aprender.

Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano. Salmos 143:2 Jesucristo… nuestro ejemplo perfecto, del cual 700 años antes de su venida a la tierra, el profeta Isaías había anunciado la actitud que Él tendría ante sus acusadores. Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció y no abrió su boca. Isaías 54:7

Amigo(a), solo se, que si yo trato de defenderme por mis propios medios, sufriré mucho más de lo necesario, pero sobre todo, no aprenderé a reconocer que necesito ser transformado, para así poder llevar fruto para la Gloria de Dios.

Todo hijo que decide estar a la defensiva, justificándose delante de las personas o delante de Dios, jamás avanzará, será como un hijo deforme, malcriado y maleducado. Imitemos a Jesús, el cordero de Dios que no abrió su boca para defenderse por Él mismo, sino que fue llevado al matadero en un silencio total, esperando la defensa de aquel que lo había prometido.

Él calló, para que se cumplieran las promesa del Padre sobre su vida, el rey David dijo en el Salmos 3:3: Mas tú Señor, eres escudo alrededor de mi. Mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Te justificas tú, o dejas que tu Señor te justifique. ¡Tú decides…!

4º.- La Conmiseración
Auto conmiseración (compasión de si mismo)

Todo lo que se opone al amor es pecado. En realidad, es el más grande de todos, por cuanto el amor es la más grande realización de la redención de Jesús.

La auto conmiseración es uno de los pecados contra el amor. El tener compasión con otros es uno de los atributos del amor. Pero cuando nos compadecemos de nosotros mismos, nos amamos solamente a nosotros y dejamos de amar a otros. En este caso, nuestro amor se ha descarriado, tiene un falso objeto. Aunque nuestro amor debería realmente pertenecer a nuestros prójimos, se lo retiramos y nos hacemos culpables de retenérselo. La auto conmiseración pertenece a las "enfermedades del ego". Consentimos nuestro ego, en el cual se afirma este pecado; sin embargo, este tendrá que morir, si el nuevo hombre ha de surgir. 

Esto es especialmente evidente durante los períodos en que Dios nos disciplina y nos juzga. Cuando esto sucede frecuentemente nos compadecemos de nosotros mismos. Es peligrosa esta actitud por el hecho de que no la reconocemos como pecado, ni comprendemos que la auto conmiseración fortalece el "viejo hombre". Tal actitud nos coloca en las manos del enemigo y nos priva de la posibilidad de vencer en nuestra lucha contra el pecado.

La raíz de la auto conmiseración es la renuncia a admitir que somos pecadores, que necesitamos ser disciplinados. Si reconociéramos nuestros pecados y errores, estaríamos agradecidos cuando Dios comienza a atacarlos, cuando nos juzga y nos disciplina, aunque eso pueda dolernos. En vez de compadecernos de nosotros mismos y de quejarnos, reconoceríamos que lo que hemos sufrido en el sentido disciplinario es realmente muy poco. Los que se compadecen de sí mismos no tienen la correcta actitud hacia el pecado. Aunque no comprenden por qué, no pueden admitirlo. Cuando se meten en la dificultad, acusan a Dios en vez de acusarse a sí mismos y de ese modo levantan una barrera contra Él. Asimismo, demandan que caiga sobre ellos la ira divina y pierden su gloria celestial. Los que se compadecen de sí mismos no actúan conforme a las palabras de la Escritura: "Procuren... la santidad, pues sin la santidad nadie podrá ver al Señor" Hechos 12:14.

Estos individuos no están consumidos por el deseo de lograr la santidad y ver a Jesús. En vez de ello, están fascinados por su propio ego. Cuando están siendo disciplinados y juzgados por Dios, se quejan de que las cosas no les están saliendo bien. Eso los hace incapaces de comprender que la disciplina es la que los ayuda a participar "de su santidad" Hechos 12:10. Tampoco pueden ver que cuando se quejan y se compadecen de sí mismos, Satanás está detrás de ellos, riéndose despectivamente. Por el momento, él ha logrado su meta; ellos han caído presas de un ídolo: su propio ego. Satanás sabe que la auto conmiseración fortalece los demás pecados y, por tanto, ese es un triunfo para él.

Sí, por causa de la auto conmiseración reaccionamos en forma opuesta a la que se nos indica en la Sagrada Escritura. Debemos juzgarnos a nosotros mismos. Eso significa que nos corresponde hacerlo en forma especialmente severa cuando Dios nos juzga y nos impone disciplina. El apóstol Pablo escribe: "Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no tendría que castigarnos, aunque si el Señor nos castiga es para que aprendamos y no seamos condenados con los que son del mundo" 1 Corintios 11:31-32.

Las Sagradas Escrituras nos desafían a tomar una posición contra el "viejo hombre", a condenarlo con su pecado para que Dios no tenga que hacer esto algún día. "¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios viviente!" Hechos 10:31, porque Dios, el Juez, es Fuego consumidor. Esa es la razón por la cual nuestra meta tiene que ser siempre la de permitir que seamos juzgados por causa de nuestros pecados como la auto conmiseración. Tenemos que condenarnos para que el juicio de Dios no caiga sobre nosotros en la eternidad.

Tenemos que renunciar a la auto conmiseración definitivamente. No podemos darle lugar en nuestro corazón porque ella nutre otros pecados. En el mismo momento en que nos llegue un pensamiento de auto conmiseración, tenemos que invocar la sangre del Cordero y decir:

No quiero tener nada más que ver con la auto conmiseración; soy pecador y necesito este juicio, esta disciplina. Estoy recibiendo un castigo clemente por lo que mis obras realmente merecerían. Por amor a Tu redención, Jesús, no permitiré que te alejes de mí hasta que hayas cambiado mi espíritu de auto conmiseración por uno de compasión hacia otros. Quiero condenar de nuevo la compasión que siento por mí mismo, para que no tengas que juzgarme algún día por ese pecado.

Entonces Jesús tendrá compasión de nosotros, terminará Su obra en nuestra educación y nos sacará de Su escuela otra vez a su debido tiempo. Cuando tomamos medidas contra la auto conmiseración sin evadirnos, Dios el Padre se compadecerá de nosotros y nos tratará con amor como a Su propio Hijo.

La auto conmiseración y el presentar excusas son el abono que alimenta nuestro pecado. El que quiere ser libre del pecado tiene que arrancarlo de este abono, no importa cuán alto sea el precio.


martes, 19 de noviembre de 2013

Confesiones de la Palabra de Dios para varios motivos


Confesiones de la Palabra de Dios para varios motivos

Para vencer la preocupación y el temor, confiese esto tres veces al día: 



  • Soy el cuerpo de Cristo y Satanás no tiene poder sobre mí porque venzo el mal con el bien  (1 Corintios 12:27; Romanos 12:21)

  • Soy de Dios y he vencido a Satanás. Porque mayor es el que está en mí que el que está en el mundo. (Juan 4:4)

  • No temeré el mal, porque tú estás conmigo, tu Palabra y tu Espíritu me confortarán. ( Salmos 23:4)

  • Estoy lejos de la opresión y el temor no se me acerca.: ( Isaías 54:14)

  • Ningún arma forjada contra mí prosperará, porque mi justicia es del Señor: Cualquier cosa que haga prosperará porque soy como árbol plantado junto a ríos de aguas. (Isaías 54:17; Salmos 1:3)

  • Soy librado de los males del presente siglo porque esta es la voluntad de Dios concerniente a mí. (Gálatas 1:4)

  • Ningún mal me sobrevendrá ni plaga tocará mi morada. Porque el Señor ha enviado a sus ángeles para que se encarguen de mí y me guarden en todos mis caminos, y en mí senda hay vida y no hay muerte. (Salmos 91:10-11; Proverbios 12:28)

  • Soy un hacedor de la Palabra de Dios y soy bendecido en mis hechos. Estoy feliz en aquellas cosas que hago porque soy un hacedor de la Palabra de Dios. (Santiago 1:22)

  • Tomo el escudo de la fe y apago cada dardo fiero que el maligno envía en mi contra. (Efesios 6:16)

  • Cristo me ha redimido de la maldición de la ley Por lo tanto, prohibo a cualquier enfermedad o dolencia venir sobre mi cuerpo. Cada germen de enfermedad y cada virus que toca este cuerpo muere instantáneamente en el Nombre de Jesús. Cada órgano y tejido de este cuerpo funciona con la perfección para la que Dios los creo que funcionen, y prohíbo cualquier mal funcionamiento en este cuerpo, en el Nombre de Jesús. (Gálatas 3:13; Romanos 8:11; Génesis 1:31; Mateo 16:19).

  • Soy un vencedor y venzo por la sangre del Cordero y la palabra de mi testimonio. (Apocalipsis 12:11)

  • Estoy sometido a Dios y el diablo huye de mí porque lo resisto en el Nombre de Jesús.  (Santiago 4:7)

  • La Palabra de Dios está para siempre establecida en los cielos. Por lo tanto, yo establezco su Palabra sobre esta Tierra. (Salmo 119:89)

  • Grande es la paz de mis hijos porque son enseñados por el Señor. (lsaías 54:13)

Si tiene sobrepeso, confiese esto tres veces al día antes de las comidas 
    


·        No deseo comer tanto como para tener sobrepeso. Presento mi cuerpo a Dios, mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en mí No me pertenezco, fui comprado con un precio; por lo tanto, en el Nombre de Jesús, me niego a comer de más. Cuerpo, contrólate, en el Nombre de Jesús, y confórmate a la Palabra de Dios. Mortifico los deseos de este cuerpo y le ordeno que se alinee con la Palabra de Dios. (Romanos 8:13; Romanos 12:1; 1 Corintios 6: 19-20)


Para sus necesidades materiales, confiese esto tres veces al día hasta que se manifieste  


·         Cristo me ha redimido de la maldición de la ley. Cristo me ha redimido de la pobreza. Cristo me ha redimido de la enfermedad. Cristo me ha redimido de la muerte espiritual. (Gálatas 3, 13; Deuteronomio 28)

·         Por pobreza Dios me ha dado riqueza, por enfermedad Dios me ha dado salud, por muerte me ha dado vida eterna. (2 Corintios 8:9; Isaías 53:5-6; Juan 10:10; Juan 5:24)

·         Es verdadero para mí de acuerdo a la Palabra de Dios. (Salmos 119:25)

·         Me deleito a mí mismo en el Señor y Él me da los deseos de mi corazón. (Salmos 37:4)

·         He dado y me es dada; medida buena, apretada, remecida rebosando, los hombres dan en mí regazo. (Lucas 6:38)

·         Con la medida que mido, soy medido, siembro abundantemente, por lo tanto, cosecho abundantemente. Doy gozosamente, y mi Dios ha hecho abundar toda gracia hacia mí y yo, teniendo en todo lo suficiente, abundo en buenas obras. (2 Corintios 9:6-8)

·         No hay escasez porque mi Dios suplirá todas mis necesidades de acuerdo a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. (Filipenses 4:19)

·         El Señor es mi pastor, nada me falta porque Jesús se hizo pobre para que a través de su pobreza yo pudiera tener abundancia. Él vino para que pudiera tener vida y vida en abundancia. (Salmos 23:1-2; 2 Corintios 8:9; Juan 10:10)

·         Y yo, habiendo recibido abundante gracia y el don de la justificación, reino como rey en la vida por Jesucristo. (Romanos 5:17)

·         El Señor se place en la prosperidad de su siervo, y las bendiciones de Abraham son mías.  (Salmos 35:27; Gálatas 3:14)

Para lograr sabiduría y guía, confiese esto tres veces al día


  • El Espíritu de la verdad mora en mí me enseña todas las cosas y me guía a toda la verdad. Por lo tanto, confieso que tengo perfecto conocimiento de cada situación y cada circunstancia que viene en mi contra. Porque tengo la sabiduría de Dios. (Juan 16:13; Santiago 1:5)

  • Confío en el Señor con todo mi corazón, y no descanso en mi propio entendimiento. (Proverbios 3:5)

  • En todos mis caminos lo reconozco a Dios, y Dios dirige mis pasos. (Proverbios 3:6)

  • El Señor suplirá su propósito en mí. (Salmos 138:8)

  • Permito que la Palabra de Dios more en abundancia con toda Sabiduría (Colosenses 3, 16)

  • Sigo al buen pastor y conozco su voz, y no seguiré a la voz de un extraño. (Juan 10:4-5)

  • Jesús se hace en mí sabiduría, justicia, santificación y redención. Por lo tanto, confieso que tengo la sabiduría de Dios y que soy justicia de Dios en Cristo Jesús. (1 Corintios 1:30; 2 Corintios 5:21)

  • Estoy lleno del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría y entendimiento espiritual. (Colosenses 1:9)

  • Soy una nueva creación en Cristo, hechura suya creado en Cristo Jesús. Por lo tanto, tengo la mente de Cristo y la sabiduría de Dios se forma en mí. (2 Corintios 5:17; Efesios 2:10; 1 Corintios 2:16)

  • Me he despojado del viejo hombre y me he puesto el nuevo, el que está renovado en el conocimiento de acuerdo a la imagen de Aquel que me ha creado. (Colosenses 3:10-11)

  • He recibido el Espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de Dios, los ojos de mi entendimiento han sido alumbrados. Y no me conformo a este mundo sino que soy transformado por la renovación de mi mente. Mi mente se renueva por la Palabra de Dios. (Efesios 1:17-18; Romanos 12:2)


Para obtener consuelo y fortaleza, confiese esto tanto como sea necesario  


  • Estoy creciendo en el conocimiento de Dios. Soy fortalecido con toda fuerza de acuerdo con su glorioso  poder. (Colosenses 1:10-11)

  • Soy librado del poder de las tinieblas y trasladado al reino de su amado hijo. (Colosenses 1:13)

  • Soy nacido de Dios y tengo la fe que vence al mundo, que reside en mi interior. Porque mayor es el que está en mí que aquel que está en el mundo. (1 Juan 5:4-5; 1 Juan 4:4)

  • Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:13)

  • El gozo del Señor es mi fortaleza. El Señor es la fuerza de mi vida. (Nehemías 8:10; Salmos 27:1)

  • La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento mantiene mi corazón y mi mente a través de Cristo Jesús. Y las cosas que son buenas, puras, perfectas, amables y de buen nombre, en eso pienso.  (Filipenses 4:7-8)

  • No permito que ninguna comunicación corrupta salga de mi boca, sino aquello que es bueno para edificar, a fin de que pueda ministrar gracia a quién me escuche. No entristezco al Espíritu Santo de Dios, con el cual soy sellado hasta el día de la redención. (Efesios 4:29-30)

  • Hablo la verdad de la Palabra de Dios en amor y crezco en el Señor Jesucristo en todas las cosas. (Efesios 4:15)

  • Ningún hombre me arrebatará de su mano porque tengo vida eterna.  (Juan 10:29)

  • Dejo que la paz de Dios gobierne en mi corazón y me niego a preocuparme por nada. (Colosenses 3:15)

  • No permitiré que la Palabra de Dios se aparte de mis ojos porque es vida para mí pues la he encontrado, y es sanidad y salud a toda mi carne. (Proverbios 4:21-22) 

  • Dios está por mí. Dios está en mí ahora, ¿quién podrá estar en mi contra? Él me ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad Por lo tanto, soy un participante de su naturaleza divina. (2 Corintios 6:16; Romanos 8:31; Juan 10:10: 2 Pedro 1:3-4)

  • Soy un creyente y estas señales me seguirán: en el Nombre de Jesús, echo fuera demonios, hablo nuevas lenguas, pongo las manos sobre los enfermos y ellos se sanan. (Marcos 16:17-18)

  • Jesús me ha autorizado a usar su nombre. Y aquello que ate en la Tierra se ata en el cielo. Y aquello que desate en la Tierra se desata en los cielos. Por lo tanto, en el Nombre del Señor Jesucristo, ato los principados, los poderes, los gobernadores de las tinieblas de este mundo, ato y derribo potestades malvadas en los lugares altos y se transforman en no efectivas, son inofensivas hacia mí en el Nombre de Jesús. (Mateo 16:19; Juan 16:23-24; Efesios 6:12)

  • Estoy completo en Jesús, que es la cabeza de toda potestad y principado. Porque soy hechura suya, creado en Cristo Jesús para toda buena obra, la que Cristo ha ordenado de antemano para que yo ande en ellas. (Colosenses 2:10: Efesios 2:10).
Estas confesiones llaman a las cosas que están prometidas. 
También renuevan su mente y hacen que venga la fe. 
Sea positivo. No se rinda. Dios está de su parte