miércoles, 13 de noviembre de 2013

Cómo conquistar lo inconquistable


¿Cómo conquistar lo "inconquistable"?

Marcos 10:46-52

Aquí vemos la historia de Bartimeo. Este hombre, a causa de su ceguera, tenía una vida sin futuro, sin fruto alguno. Dependía de las limosnas de quienes, queriendo llegar a Jerusalén pasaban por Jericó. A causa de su discapacidad, no tenía posibilidades para trabajar y mantenerse solo. Había vivido toda su vida en tinieblas, jamás había visto los gestos de un bebé, ni el sol ni siquiera una simple flor. Sin embargo, lo más impresionante es que ni bien recibió lo que tanto anhelaba, el milagro de la sanidad en su visión, en lugar de disfrutarlo para sus placeres, decidió seguir a Jesús.

De la misma manera, en nuestra vida, luego de un hermoso tiempo de oración o estudio de la Palabra, lo más importante es seguir a Jesús en el camino diario. Cada milagro que sucede en nuestra vida es para que nuestra fe sea provocada y transitar junto a Él en nuestro andar cotidiano. Más allá de las pruebas y las dificultades, Dios quiere que lo sigas.
Esta historia se sitúa en Jericó. La misma era una ciudad que recibía ese nombre haciendo referencia, en su idioma original, al “olor fragante”. Era una zona donde había muchas flores y por eso recibió ese nombre. Pero además, espiritualmente, fue allí por donde pasó Jesús y obrando milagros dejó que desde su omnipotencia fluyera la fragancia de la gloria de Dios. Jesús es la rosa de Sarón y el lirio de los valles. Mientras caminaba por allí su fragancia a vida perfumó a todos. Cuando Jesús pasa por una vida, esa persona ya no es la misma, es transformada, es perfumada por la fragancia de la vida eterna.
Jesús, por su parte, estaba muy ocupado, entrando en sus últimos días de vida. Estaba rodeado por mucha gente, de los cuales algunos lo amaban y apoyaban pero otros lo injuriaban terriblemente. A su alrededor había otra clase de ciegos quienes podían ver lo natural pero no podían ver lo espiritual que estaba ocurriendo en ese momento. Por un lado, estaban los fariseos que querían encontrar la manera de detenerlo, juzgarlo y matarlo. Pero también estaban los discípulos que lo amaban, pero que todavía tenían sus dudas acerca de lo que estaba ocurriendo y que recién se convencieron totalmente al ver a Jesús, días después cuando, luego de resucitar, se les volvió a presentar con las señales de la cruz marcadas en su cuerpo.

Creer es mirar por fe lo que Dios te prometió.
El ciego Bartimeo era el único que tenía luz porque cuando pasó Jesús, supo que era el Hijo de Dios. Aunque no lo veía con sus ojos naturales, pudo creer que Jesús le cambiaría la vida para siempre. Muchos otros lo veían también, pero lo tenían solamente por un hombre bueno, mientras que otros consideraban que era un mentiroso. Lo cierto es que Jesús provocó el milagro

Era el tiempo de las fiestas, se acercaba la Pascua y por eso estaban en esa carretera camino a Jerusalén donde era el lugar para festejarla. La fama de Jesús ya había comenzado a darse a conocer. Fue por eso que Bartimeo sabía que Jesús pasaría por allí. Pero la gente no podía ver realmente a Jesús. Hoy mismo uno puede caminar por la calle y observar que la mayoría de la gente está ciega; no entienden que Jesús está vivo. Y tantas veces en busca de soluciones rápidas se meten en cosas raras para alivianar el dolor o la angustia. Es tiempo de predicar, de derramar el olor fragante que recibimos de Cristo.
Y Bartimeo tenía sus ojos espirituales bien abiertos. Aunque estaba destinado a la muerte y al fracaso, cuando supo que Jesús estaba pasando por allí, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David! Ten misericordia de mí!” Él sabía lo que no tenía, pero también utilizaba cien por ciento lo que sí tenía: su clamor lleno de esperanza.

Aunque el único capital que tenía era su capa, esta lo identificaba como un hombre ciego. Esta le servía de abrigo en invierno y de toldo en días soleados; era su mayor adquisición. La gente que transitaba hacia Jerusalén pasaba por Jericó y allí estaba él, esperando por una limosna… si bien no tenía nada, él entendió que para cambiar las cosas tenía que dejar de pensar en lo que no tenía.

Muchas veces uno puede sentir que por más que quiso cambiar su destino, fue imposible por falta de oportunidades. Pero si quieres tener lo que no lograste, tienes que mantener tu atención en lo que ya tienes en tu vida. Bartimeo tenía la plena capacidad de oír. Él no tenía vista y por lo tanto carecía de trabajo, pero sí tenía la capacidad de escuchar.

¿Cómo utilizó Bartimeo lo que tenía?
Comenzó a oír de Jesús. Bartimeo escuchaba los buenos comentarios acerca de Jesús, pero también estaban los que enseñaban hablando mal del Señor. Muchos decían que se aprovechaba de los demás, que era un impostor. Y la realidad es que siempre a uno le van a llegar comentarios positivos pero también escucharemos comentarios negativos. La pregunta es, ¿a cuál escucharás con más atención?

Pero si quieres alcanzar lo que no tienes, es necesario saber que

1) Bartimeo supo oír a la Palabra de Dios. Él se aferró a lo que tenía y no a lo que le faltaba. ¿Qué tenía? Tenía fe y tenía oídos por los cuales pudo oír perfectamente acerca de los milagros de Jesús.

Tenemos que elegir entre escuchar cualquier cosa o prestarle atención a lo que me lleva a comprometerme más con Dios. Bartimeo también tuvo las dos opciones y eligió creer y por supuesto, ganó la batalla. Pudo tener lo que no tenía, porque logró la vista afianzando lo que tenía. No podía ver, pero podía oír. En cambio, tú hoy tienes la capacidad de ver lo que otros no pueden.. es por eso que debes concentrarte en lo que ya tienes para lograr conquistar lo que todavía no ha llegado a tu vida. ¡Tú estás donde está Jesús!

Como dice la Palabra en Juan 8:36:
“¡Si el hijo os libertare, seremos verdaderamente libres!” Algo grande va a suceder!
Bartimeo obtuvo lo que le faltaba por rechazar todo lo que le generaba duda y lo alejaba de Cristo. De igual manera, siempre va a haber alguien que intentará desviar tu atención de lo que estás buscando pero si te enfocas en Jesús y fundamentas tu fe en Él, verás como lo que hoy parece imposible se comienza a materializar.

2) Bartimeo no tenía la posibilidad de ver pero si podía clamar. Podía oír y podía hablar, confesar por fe. En lugar de soltar palabras negativas como: “Nací para sufrir..”, “no soy nada..” clamó por ayuda a Jesús. Todo lo que digas tiene poder.
En lugar de criticar y mirar el futuro con tristeza, comienza a declarar “¡¡Jesús, hijo de David, estoy esperando que respondas a mi clamor!! ¡¡Pon tus ojos sobre mí!!”

Tenemos que dejar de quejarnos por la salud, la economía, el país, la familia, el trabajo… tal como Bartimeo quien volcó su atención en el hijo de Dios y cuando pasó Jesús, le comenzó a gritar, pero no para recriminar su situación sino porque sabía que algo podía cambiar para siempre.

Si quieres alcanzar lo inconquistable tienes que aprender a rechazar todo lo que pueda venir contra tu fe, comenzando a oír aquello que te acerque más a Dios y también aprender a clamar persistentemente.
Muchos al oír su clamor, intentaron callarlo pero Bartimeo estaba viendo mucho más de lo que los demás podían ver. Y fue tal su persistencia que Jesús se detuvo para hablar con él. Entonces el ciego arrojó su capa y se levantó.
Esta capa lo identificaba con la ceguera, la derrota, el pasado. Sabía que a partir de ese momento ya no la necesitaría más. Dijo: “Si acá está Jesús, mi vida va a cambiar para siempre”. ¡Deja tu capa atrás hoy! ¡Dios te levanta para que salgas de este lugar transformado!

Bartimeo por fe, se fue sin la capa. Y cuando Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” Él le dijo que necesitaba lo más importante, la vista. Y en el momento en que se le abrieron sus ojos, Jesús le dijo: “Vete, que tu fe te ha salvado” Pero al ver por primera vez las flores y la belleza que le rodeaba, su decisión fue seguir a Cristo por el camino.
Toma el ejemplo de Bartimeo y aférrate a lo que tienes para alcanzar aquello que no tienes porque si lo haces, Dios te va a dar lo que te falta.
¡Clama al Padre para que haga una obra grande! Clama con todo el corazón. Siempre que hay un milagro y una bendición también se presenta la oposición. Si Bartimeo en lugar de clamar hubiera dejado de insistir y pidiendo perdón se hubiera callado, hoy no estaría su nombre en la Biblia.

Si quieres más de Dios, clama, persevera en fe y oración porque Dios te ama y quiere saciar tu verdadera necesidad. Aunque no seamos perfectos, ni seamos los mejores, Dios te va a bendecir más allá de lo que merecemos para que puedas alabarlo. Dile hoy: “Jesús ten misericordia de mí”


No hables más con temor y con crítica, habla con fe y declara que hoy Dios te entrega lo que estabas buscando. ¡Clama hasta que veas el milagro! No le des más lugar a la queja y al temor, es tiempo de arrojar la capa de fracaso y aunque tu pasado te haya lastimado y enfermado, hoy tu derrota queda atrás porque, tal como Bartimeo, Jesús te está llamando para preguntarte: “¿Qué quieres que te haga?”. 

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