Diez asesinos
comunes de la oración
v 1. PECADOS NO CONFESADOS: Este es quizás el más común de los
asesinos de la oración. El no habría escuchado si yo no hubiera confesado mis
pecados (Salmo 66: 18). Dios es perfecto y no puede tolerar el pecado en
nosotros. Como resultado, le resta poder a nuestras oraciones. La buena noticia
es que Dios nos perdona cuando confesamos el pecado y este desaparece. Porque
perdonare la maldad de ellos, y no me acordare más de su pecado (Jer. 31:34).
Dios perdona y en ese momento se restaura nuestra relación y nuestra oración
vuelven a cobrar poder. La oración evita que pequemos. El pecado evita que
oremos.
v 2. FALTA DE FE: Tiene un impacto increíblemente negativo en la vida
de los cristianos. Sin fe la oración carece de poder. Pero que pida con fe, sin
dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el
viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá
cosa alguna del Señor (Santiago 1:6-7). La falta de fe hace a las personas
inestables o de doble animo y las incapacitas para escuchar a Dios o recibir
sus dones.
v 3. DESOBEDIENCIA: Significa no someterse o sujetarse
a los principios divinos, al des-obedecer demostramos la falta de confianza y
dependencia en Dios, por tanto las oraciones hechas bajo esas circunstancias
son ineficaces. La obediencia es una condición para disfrutar de los benéficos
del Padre. Esa es la condición que debemos cumplir para poder acercarnos a Él
en oración. Si vamos a desarrollar una creciente relación con Dios y llegar a
ser personas fuertes en la oración, debemos obedecer. La obediencia es el
resultado natural de la fe en Dios. Quien ama y confía en Dios... Le obedece.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que
queráis y os será hecho... Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi
amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su
amor. (Juan 15:7,10).
v 4. FALTA DE TRANSPARENCIA CON DIOS Y CON OTROS: La transparencia es difícil
para muchas personas. Pero la franqueza con otros puede tener un profundo
efecto en nuestras vidas. La transparencia con Dios al orar le coloca en la
agenda de Él en lugar de la suya, y también le da la libertad a otros creyentes
para que oren por usted estratégica y específicamente. Existe la gran necesidad
de reconocer cuando fallamos y confesarlo pidiendo perdón en humildad. Cuando
confesamos nuestros pecados unos a otros lo cual requiere de nosotros una
absoluta transparencia, Dios puede sanarnos, limpiarnos y experimentamos una
restauración espiritual, física y emocional. Además nuestra transparencia ayuda
a otros, porque les muestra que no están solos en sus dificultades. Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por los otros, para que seáis
sanados (Santiago 5:16).
v 5. FALTA DE PERDÓN: El perdón no es un asunto trivial
como la ciencia, el deporte, la riqueza o la fama. Ni tampoco una alternativa
de palabras. Se trata de una actitud del corazón y de que el Espíritu Santo nos
dé el poder para perdonar. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os
perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los
hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas
(Marcos 6:14-15). Cuando una persona se niega a perdonar a otra, se daña a sí
misma, porque su falta de perdón producirá en ella raíces de amargura y con
amargura no se puede entrar en oración y salir con bendición.
v 6. MOTIVOS FALSOS: cuando nuestros motivos no son
buenos, nuestras oraciones carecen de poder. Por ende es imprescindible cuando
hacemos algo, especialmente los grandes proyectos, examinar porque lo estamos
haciendo. Ese proceso expone nuestros motivos. Santiago 4:3, dice: pedís y no
recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Al orar podemos
examinar si estamos actuando con orgullo, temor, autosuficiencia, egoísmo,
conveniencia, etc., Dios nos lo mostrara siempre que deseemos escuchar. Y si lo
deseamos, Él cambiara nuestros motivos.
v 7. LA IDOLATRÍA: Un ídolo puede ser cualquier cosa que se interponga
entre Dios y nosotros; por tanto, idolatría no es, solo adorar una imagen, sino
más bien, poner cualquier cosa primero que a Dios. Los ídolos vienen de muchas
formas como el dinero, la fama, una carrera, los hijos, el placer, etc., pues
este es un asunto del corazón. Según Ezequiel 14:3; Dios no permite que un
adorador de ídolos, ni siquiera le hable. ¿Acaso he de ser yo en modo alguno
consultado por ellos?
v 8. INDIFERENCIA HACIA OTROS: Esta es una actitud incorrecta, y
es abominada por Dios, pues El se interesa por todos los hombres, sin importar
su raza, clase, credo o nación. El Salmo 33:13 dice: Desde los cielos miró el
Señor; vio a todos los hijos de los hombres. Las Escrituras están llenas de
versículos que respaldan el anhelo de Dios para que haya unidad entre los
creyentes, los hermanos cristianos, los cónyuges, los laicos y los pastores,
etc. Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he
amado (Juan 13:34). A través de la oración aprendemos a amar a los otros. Es
imposible que una persona odie y critique a alguien por quien está orando. La
oración genera compasión, no competencia.
v 9. INDIFERENCIA HACIA LA SOBERANÍA DE DIOS: Dios es omnipotente, omnisciente
y omnipresente; es decir, que todo lo puede, todo lo sabe y está en toda parte
a la vez; por lo tanto es Soberano... (Salmo 139:1-18) ¿Adónde me iré de tu
Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? ( v.7) Cuando Jesús mostró a sus
discípulos como orar, lo primero que hizo fue enseñarles a honrar a Dios por lo
que es: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga
tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra
(Marcos 6:9-10). Cada vez que no prestamos atención al orden divino de las
cosas, nos apartamos de los límites e impedimos nuestra relación con nuestro
Padre celestial.
v 10. VOLUNTAD REBELDE: La persona cuya voluntad está
rendida a Dios mantiene una relación con Él cómo la que se describe en la
parábola de la Vid y los Pámpanos: Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho... (Juan
15,7).
No hay comentarios:
Publicar un comentario